viernes, 20 de mayo de 2016

DISEÑO DE CORONAS Y ROSTRILLO

Diseño de Coronas y Rostrillo realizado por Jesús Zurita Villa y Felipe Gutiérrez con las que Nuestra Amantísima Titular y su Bendito Hijo, serán Coronados el próximo año 2017, con un diseño singular y único, que pretende unir una singular simbología entre la raíz de esta devoción mariana y el pueblo de El Carpio.

Así la presentó Jesús Zurita…

Me van a permitir que, de una manera ciertamente caprichosa, explique el asunto del diseño de las coronas a partir de un pequeño detalle que aparece en una de ellas:

Cuando, tras las indicaciones planteadas por la Comisión de la Coronación, Felipe y yo nos pusimos a trabajar con el diseño, en la búsqueda de un componente que determinase la simbología de la corona de la Virgen nos topamos con el elemento de la perla. En el imaginario simbólico cristiano la perla simboliza el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en la Virgen María, además de la pureza. Así aparece en el famoso cuadro del pintor italiano Piero della Francesda conocido como “La Madonna del huevo” en el que un huevo con acabado de perla surge de una venera que pende sobre la Virgen María. Los símbolos son muy útiles porque permiten explicar cosas muy complejas de manera relativamente simple. La perla es símbolo de la Encarnación porque una leyenda ancestral cuenta que se originaron cuando un rayo caído del cielo alcanzó una concha cerrada. Miren que imagen más bonita y más elocuente para explicar fácilmente el misterio de la maternidad de María.
Además, curiosamente, una de las joyas más famosas de la Casa Real española es un perla, la dichosa piedra nacarada me viene fantásticamente bien como punto de referencia para explicar las coronas, porque no podría tener un nombre más apropiado, ni más romero: La perla se llama “la peregrina”.
El nombre a esta famosa joya, que pintaron autores tan reputados como Tiziano, Coello o Velázquez, le viene dado por los tumbos que a lo largo de la historia la llevaron de un lado para otro y también por su rareza, y es que el término peregrino, además de designar a la persona que se pone en peregrinación, tiene otras acepciones como son la de referirse a algo especial, raro o pocas veces visto, y también la de describir cualquier cosa que, cito a la R.A.E., esté adornada de singular hermosura, perfección o excelencia. Termino aquí el rodeo concretando que para la Coronación Canónica de la Virgen de la Cabeza queríamos una corona peregrina, porque queríamos una corona, primero: original, segundo: profusamente adornada, tercero: de marcado carácter identitario.
Fue entonces cuando se fueron desarrollando las líneas generales de las coronas, el hecho de buscar una corona original no nos podía hacer perder la constante referencia de la Virgen de la Cabeza del Cerro, entendimos que queríamos utilizar la estructura de la conocida como corona de la recoronación, porque ese esquema de corona de tronco de pirámide octogonal es muy icónico. Todos tenemos en mente su silueta. Además el hecho de tener ocho caras diferenciadas nos permitía variar el diseño de las distintas partes, para que según el ángulo desde el que se mire la corona sea distinta, y pueda albergar diferentes elementos florales. La estructura octogonal también daba pie a usar una relación de medidas que estuviese basada en la proporción cordobesa, que es una proporción constante en las obras de arte de nuestro entorno y que aparece por ejemplo en los mosaicos hispanorromanos, en las trazas de la Mezquita de Córdoba, hoy Catedral, en el Convento de Capuchinos o también en la curiosa inclinación que tienen los tejados en Andalucía.
Entrando un poco más de lleno podemos concretar que decidimos que las coronas mezclaran el lenguaje de la orfebrería, de la joyería y de la filigrana cordobesa por una simple razón que explico, si el pintor Francisco de Goya decía aquello de que el tiempo también pinta, en la romería de la Virgen de la Cabeza la luz de la mañana y el aire fresco de abril pintan y mucho. Pretendemos con esto cincelar el aire que se cuele por los huecos de la corona, queremos colorear la luz que se filtre por las piedras de colores. Queremos una corona que dialogue con el entorno.
Hasta ahora he venido refiriéndome constantemente a la simbología mariana de las coronas, naturalmente, como no podía ser de otra manera, la simbología de Cristo también está muy presente, lo está de manera muy especial en la corona de la Virgen pues pretendemos que el orbe, la bola sobre la que se asienta la cruz que remata la corona, esté fabricado de ámbar, a poder ser con un mosquito dentro, porque eso es una referencia a los tres días de Cristo en el sepulcro previos a la Resurrección.
Así mismo la corona del niño está basada en la devoción a nuestro Señor Ecce- Homo; ya se dijo en su momento que se buscaba trascender las fronteras de la propia Hermandad de la Virgen de la Cabeza para aunar a todo el pueblo en torno a la Coronación, y aquí, en El Carpio, la realeza se asienta en la devoción al Patrón coronado de espinas. Por eso mismo la diadema de la corona del niño estará formada por un trenzado de espino del que surgirán acantos y cardos, símbolos de la Pasión y estará rematada por una Vera+Cruz, como todos sabemos un lignvm crvcis está en el origen de la Romería del Ecce-Homo.
A nivel simbólico la Imagen del Señor coronado de espinas resume perfectamente el sentido del arte cristiano que es capaz de convertir el dolor en belleza. Jesús, que es la Belleza máxima cargó hasta el calvario con la cruz al hombro coronado de espinas para testimoniar que la belleza del amor que transciende en la Resurrección es capaz de superar la fealdad del dolor, de la violencia. El Papa Benedicto XVI, siendo cardenal, utilizó la frase del escritor Dostoyevski “ la belleza salvará al mundo” para manifestar la necesidad que tiene la humanidad de lo bello.
Ratzinger, hábil como nadie, eligió la frase de la obra del primer escritor que en la Rusia prerrevolucionaria se percató de que las profundas desigualdades sociales acabarían en tragedia, para testimoniar con ello que el sentido del lenguaje de la belleza va más allá de los bienes materiales, que el lenguaje de la belleza es un lenguaje formal, que la belleza es un camino que conduce a Dios, una manera de afrontar la vida. Por eso es importante que hagamos, o al menos busquemos, hacer las cosas bellas, porque esto nos hará mejores. Esta ha sido la pretensión que nos ha movido para diseñar las coronas, la misma que motivó la confección del nuevo estandarte. Situarnos frente a la belleza es ponernos en el camino de una cualidad que de Dios proviene y a Dios conduce. No en vano cuando nos admiramos ante la belleza y la alegría de la Virgen de la Cabeza nos pasa lo mismo que cuando el pueblo judío miraba la serpiente de bronce que Dios mandó fundir a Moisés: con sólo mirarla sanamos de todos nuestros males.





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