LA GLORIA DE DIOS




Una nueva aurora, nace cada año en la Pascua de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Una etapa gloriosa se inicia en El Carpio tras las Muerte del Señor. Un Abril florecido, nos indica el punto de partida de alabanzas para la Madre de Dios. La misma Mujer que los carpeños hemos visto pasar por nuestras calles, con la mayor pena y amargura, somos capaces de transformarla en alegría y gozo, secándole las lágrimas de su rostro y descubriéndole una expresión letifica, con un niño acunado en sus brazos o embelesado a sus pies.

La justificación de la existencia de nuestras Hermandades y Cofradías, es Jesucristo, Dios y Hombre, Salvador, nuestro, es su encarnación, su muerte en la cruz y su resurrección gloriosa. Sin Cristo no hay María, ni existiría nuestra Iglesia, ni existirían nuestras Hermandades. Proclamamos, pues, a Jesucristo y a su Sagrado Corazón como la razón de ser de nuestra fe y de nuestro compromiso. La Virgen es, ante todo, la Madre de Dios y Reina de Todos los Santos. La mujer predestinada para que el Verbo habitara entre nosotros, la elegida desde el comienzo de los siglos; concebida sin mancha, siempre entera, como decía San Juan de Dios, llevada a los cielos misteriosamente en cuerpo y alma.

Nacerán de nuevo las procesiones de gloria en el corazón de nuestro pueblo, con las primeras rosas del mes de Abril cuando aún está humeante la cera de nuestros pasos de palio, resurgirá firme la devoción de los carpeños, los amores puros, siguiendo el fuerte fervor del arraigo popular.

Esperamos que disfrutéis y nos acompañéis en todos los actos programados para el mes de Abril en honor a Nuestra Excelsa Titular.

¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!

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